lunes, febrero 12, 2007

Cambiar de horizontes

Un nuevo trabajo implica muchos cambios. Cambios importantes de horarios, económicos, de rutinas, de compañeros, de prioridades, etc...Y cambios que, aunque en un principio puedan parecer menos trascendentes, acaban siendo tan importantes o más que los anteriores.

Estar trabajando tres años frente a una mampara de color azul corporativo es algo que acaba agobiando a cualquiera. Tu campo visual se reduce a los 60 centímetros que separan el teclado de la absurda mampara azul. No hay iluminación natural y como ni tan siquiera puedes mantener contacto visual con tus compañeros acabas comunicándote vía e-mail con gente que está a un metro de tí. Muchas veces me veía como una abeja obrera trabajando encerrada en mi celda sin ni tan siquiera ser consciente de que había más obreras como yo trabajando.

Afortunadamente ahora trabajo junto a un enorme ventanal desde el que se puede ver casi toda la sierra de Collserola. Es una vista magnífica en permanente transformación. En días como hoy puedo ver como las nubes pasan a toda velocidad sobre la torre Foster y como la luz se filtra a traves de los claros. Todo un espectáculo. Y sin mamparas que impidan la comunicación.

Es curioso que el entorno de trabajo no acostumbre a ser un factor primordial a la hora de decidirse por un empleo u otro, pero a la larga un ambiente laboral agradable facilita que seas más brillante en tu trabajo. Sobre todo cuando, como yo, has pasado una buena temporada en el lado oscuro.
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2 comentarios:

Candela dijo...

Yo actualmente trabajo en un despacho cerrado y sin ventana. Me muero!!!! quiero cambiar!!! quiero luz!!!

Puji dijo...

Pues a mi me acaban de cambiar a una mesa al lado de la ventana. Veo a los vecinos de enfrente, però ver la luz del sol se agradece.